En pocas palabras: el amianto es un mineral natural de estructura fibrosa que se presenta en la naturaleza en forma de seis compuestos (actinolita, amosita, antofilita, crisotilo, crocidolita y tremolita).

Con el tiempo, el amianto ha demostrado ser perjudicial para la salud humana debido a la capacidad de los materiales de amianto para liberar fibras potencialmente inhalables. La exposición a estas fibras es responsable de enfermedades graves e irreversibles y afecta principalmente al sistema respiratorio.

En primer lugar, los empleados de la empresa realizan una inspección y elaboran un plan especial para la intervención y el transporte de los objetos que se van a recuperar.

Esta inspección también sirve para evaluar qué tipo de intervención es la más adecuada en cada caso. A continuación, los trabajadores regresan para la intervención propiamente dicha, que consiste en desmontar y encapsular los objetos que contienen amianto.

El encapsulamiento es una técnica destinada a inutilizar temporalmente los objetos de amianto para que puedan ser transportados sin que las fibras de amianto se dispersen en el aire.

Los objetos se cubren con productos penetrantes especiales de color contrastado, que encapsulan la superficie tratada en una película protectora, de modo que las fibras de amianto no puedan desprenderse del material del objeto y dispersarse en el aire.

Llegados a este punto, los operarios proceden a embalar los elementos desmontados con láminas de polietileno y a recoger los retales y residuos producidos como consecuencia de la operación, introduciéndolos en bolsas especiales impermeables que posteriormente se cierran herméticamente.

Hay que tener especial cuidado al embalar los materiales, ya que es necesario evitar que cualquier pieza afilada o puntiaguda rompa las láminas de embalaje, abriendo huecos por los que podrían pasar las fibras de amianto.

Por último, la operación de carga de los materiales embalados en los medios de transporte que los llevarán a los vertederos autorizados donde serán depositados.

Es cuando las fibras se dispersan en el medio ambiente que causan daños a la salud humana y al ecosistema. La dispersión puede producirse cuando el amianto está en forma friable, o cuando está en forma compacta y como resultado de una rotura o daño, también puede producirse la dispersión de fibras en el aire.

Sí, hasta 2025 hay en Italia una gran oportunidad para las empresas que aún tienen amianto o Uralita en sus lugares de trabajo y en sus tejados. El Estado concede una ayuda a fondo perdido equivalente al 65% de los gastos subvencionables hasta un máximo de 130.000 euros para eliminar el riesgo que supone este material nocivo. El desembolso del crédito se hará efectivo una vez superada la verificación técnico-administrativa y ejecutado el proyecto.

No, el amianto-cemento como la Uralita, por ejemplo, es un residuo peligroso y, por tanto, sólo puede ser recuperado y eliminado por una empresa especializada inscrita en el Albo Gestori Ambientali (Registro de Gestores Medioambientales) en la categoría 10.

Se trata de un documento con los procedimientos que deben adoptar las empresas que tienen que recuperar artefactos que contienen amianto, y la posesión de los requisitos previstos por la ley para estas actividades, tal como se establece en el art. 256 de la Ley de Consolidación de la Seguridad Decreto Legislativo 81/08. El documento permanece archivado en la AEP durante 30 días, excepto en determinadas circunstancias.